Nicaragua, pueblo revolucionario en resistencia entre lagos y volcanes

La República de Nicaragua, con una extensión de 130.370 kilómetros cuadrados, es el país más extenso de Centroamérica. Entre sus rasgos geográficos más notables destacan sus lagos, principalmente, el Lago Nicaragua o Cocibolca y el Lago Managua o Xolotlán, que baña la capital de la nación.

También se caracteriza por su cadena volcánica, que atraviesa el país de norte a sur. Nicaragua tiene 50 volcanes, de los cuales siete están activos: San Cristóbal, Telica, Cerro Negro, El Hoyo, Momotombo, Masaya y Concepción.

Con base a estas características geográficas únicas y aunque las huellas de la explosiva actividad del Cinturón de Fuego del Pacífico son visibles en más de la mitad de América Latina, Nicaragua es conocida mundialmente como la “Tierra de lagos y volcanes”.

Los datos sociodemográficos más actualizados arrojan una población de 7.317.798 habitantes, que ubica a la nación en el puesto 106 de la tabla de población compuesta por 196 países y presenta una moderada densidad poblacional de 53 habitantes por km².

Su economía se basa fundamentalmente en la manufactura ligera, los servicios y la agricultura. En los últimos años, el país gobernado por el comandante revolucionario Daniel Ortega, ha recibido inversión extranjera directa, representando 6.7% del Producto Interno Bruto (PIB).

El Banco Central de Nicaragua publicó sus perspectivas macroeconómicas y mantuvo la estimación de crecimiento para el año 2024 en el rango de entre 3.5% y 4.5%, con la estimación que se mantenga la dinámica positiva mostrada en la mayoría de los sectores, principalmente del sector servicios.

El organismo estimó que el empleo se mantendrá estable en el 2024. Además, consideró que gradualmente irán desapareciendo los desajustes del mercado laboral originados por la pandemia del COVID-19, que se expresaron en una reducción de la ocupación laboral.

Gesta independentista

El 15 de septiembre de 1821, Nicaragua -al igual que Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica- firmó el Acta de Independencia, proclamándose libre de la española Capitanía General de Guatemala, que comprendía territorios desde Costa Rica hasta la actual Chiapas, en México.

Con España fuera del juego, Nicaragua y toda Centroamérica decidió formar parte del naciente Imperio Mexicano, pero este duró muy pocos años. Entonces, los países del istmo formaron la Federación de Estados Centroamericanos, que llegó a su fin por los intereses particulares de los líderes de cada una de las provincias.

Así, el 30 de abril de 1838, Nicaragua proclamó su completa separación de la Federación Centroamericana y su independencia de cualquier otra autoridad, ingresando a la historia como una República independiente.

El 19 de julio de 1979, la Revolución Popular Sandinista triunfó sobre la sangrienta dictadura de Anastasio Somoza y su familia, que se mantenía en el poder en Nicaragua desde 1934. El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que lideró la lucha armada, retomó los ideales de Augusto César Sandino, prócer nacional que luchó contra la invasión estadounidense en la nación centroamericana (1926-1933).

El FSLN sigue siendo la vanguardia histórica del pueblo nicaragüense. Sus principales dirigentes históricos, representados por el comandante Daniel Ortega, van orientando constructivamente el nuevo curso de la Nicaragua del siglo XXI.

El 7 de noviembre de 2021, el comandante Ortega resultó reelecto por el voto popular para un quinto mandato, el cuarto consecutivo desde 2007.

Nicaragua en el ALBA–TCP

Nicaragua ingresó formalmente a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), el 23 de febrero de 2007, tres años después de que los entonces presidentes de Venezuela y Cuba, Hugo Chávez y Fidel Castro respectivamente, crearan el mecanismo regional el 14 de diciembre de 2004.

Las políticas de carácter neoliberal aplicadas en América Latina y el Caribe, que han generado la exclusión de las mayorías populares de los beneficios del crecimiento económico y, en consecuencia, profundizaron la desigualdad social, motivó al presidente Daniel Ortega a dar luz verde a la adhesión del país al bloque integracionista.

A su juicio, la superación del modelo neoliberal y sus efectos catastróficos en la región, requiere de una “alianza estratégica entre los Estados y los pueblos de América Latina y el Caribe, basada en los principios de solidaridad, cooperación, complementación y ayuda mutua, y fundamentada en el rescate y valoración de nuestra identidad, la democracia participativa y el desarrollo económico con equidad”.

Para Nicaragua, ingresar a la ALBA-TCP simbolizó las aspiraciones de independencia de los pueblos americanos, cuyas raíces están arraigadas profundamente en la historia de América desde la resistencia indígena hasta nuestros días, pasando por la lucha de Tupac Amaru, Tupaj Katari, Guaicaipuro, Diriangén y Miskut; Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Francisco de Morazán, José Martí, Eloy Alfaro Delgado y Augusto C. Sandino, donde “América Latina se levanta recogiendo las banderas de libertad y justicia de los que nos antecedieron”, reflexionó en el pasado el líder sandinista.