Caracas, 13 de agosto de 2024.- Sin lugar a dudas Fidel Castro es uno de los hombres, junto al Comandante Hugo Chávez, más visionarios, humanistas y solidarios que ha parido América Latina y el Caribe, pues con sus ideas ha dejado un legado excepcional para nuestros pueblos y para el futuro. Hoy, a 98 años de su nacimiento, recordamos con alegría y compromiso revolucionario al gigante antiimperialista.
Fidel Alejandro Castro Ruz, nació el 13 de agosto de 1926 en Birán, antigua provincia cubana de Oriente. Su padre, Ángel Castro Argiz, hijo de campesinos pobres de Galicia, era terrateniente y colono cañero. Su madre, Lina Ruz González, provenía de una familia campesina de la provincia de Pinar del Río.
Fue un destacado estudiante y durante su tiempo en la universidad entró en contacto con las ideas marxistas, simpatizante del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo), de tendencia progresista, en el que participó de manera activa a partir de 1948.
Durante su paso por este Partido estuvo en las campañas políticas, en particular, de su principal dirigente, Eduardo R. Chibás.
Dentro de su organización política trabajó por cultivar entre la militancia joven las posiciones más radicales y combativas. Tras la muerte de Chibás, redobló sus esfuerzos para desenmascarar la corrupción del gobierno de Carlos Prío.
Al ocurrir el golpe de Estado de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, fue de los primeros en denunciar el carácter reaccionario e ilegítimo del régimen de facto y llamar a su derrocamiento.
Igualmente, luego de fallar el golpe a Batista, fue hecho prisionero y en un ambiente reservado y vigilado, asumió su autodefensa ante el tribunal que lo juzgó, y pronuncio el alegato conocido como La historia me absolverá, en el que esbozaba el programa de la futura Revolución en Cuba.
Es así como luchó hasta conseguir la liberación del pueblo cubano oprimido, a partir de allí en nombre del poder revolucionario, proclamó el 16 de abril de 1961 el carácter socialista de la Revolución Cubana.
La vida de Castro no puede reducirse a unas pocas líneas. Su vínculo permanente e indisoluble con el pueblo, su brillante oratoria, su magisterio constante y su entrega sin límites a la causa de la Revolución han dejado una huella imborrable en el pueblo cubano y ha servido de inspiración para millones de hombres y mujeres en todos los continentes.
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